Quizás quede todavía algún tafallés que recuerde el 21 de agosto de 1936, en el que José Millán-Astray, fundador de la Legión, lanzó un discurso iracundo y amenazador desde el balcón del Círculo Carlista al público congregado en la plaza.
Tras cumplir el fascismo sus últimos objetivos militares, fue nombrado jefe de Prensa y Propaganda del nuevo régimen, función que desarrolló de la única forma en la que sabía hacerlo: con un estilo militar y autoritario, obligando a los periodistas a cuadrarse y alinearse y a lanzar arengas como las que le habían hecho célebre: Muera la inteligencia, a mí la legión, etc.
A dos jóvenes que se les ocurrió serrar una de las piernas de esta antiestética estatua que todavía se alza en la Coruña natal de este psicópata tristemente célebre, el fiscal les pide una condena de 21 meses. Y el ayuntamiento de la ciudad, presidido por un socialista (???), anuncia que tardará al menos otros tres años para aplicar la Ley de Memoria Histórica y retirar este símbolo franquista situado tras el Palacio de María Pita. Hasta que se remodele la plaza de España y todo su entorno. ¿Se puede llevar con más falta de decoro las mismas siglas de tanta gente que murió por defender los ideales del socialismo? ¿cómo pueden pesar más razones pretendidamente municipales que la necesidad de dignificar una ciudad retirando un símbolo tan lacerante para cualquier demócrata? Todo ello, en una tierra en la que al igual que en Navarra, no hubo frente de guerra pero sí miles de asesinados.
Tras cumplir el fascismo sus últimos objetivos militares, fue nombrado jefe de Prensa y Propaganda del nuevo régimen, función que desarrolló de la única forma en la que sabía hacerlo: con un estilo militar y autoritario, obligando a los periodistas a cuadrarse y alinearse y a lanzar arengas como las que le habían hecho célebre: Muera la inteligencia, a mí la legión, etc.
A dos jóvenes que se les ocurrió serrar una de las piernas de esta antiestética estatua que todavía se alza en la Coruña natal de este psicópata tristemente célebre, el fiscal les pide una condena de 21 meses. Y el ayuntamiento de la ciudad, presidido por un socialista (???), anuncia que tardará al menos otros tres años para aplicar la Ley de Memoria Histórica y retirar este símbolo franquista situado tras el Palacio de María Pita. Hasta que se remodele la plaza de España y todo su entorno. ¿Se puede llevar con más falta de decoro las mismas siglas de tanta gente que murió por defender los ideales del socialismo? ¿cómo pueden pesar más razones pretendidamente municipales que la necesidad de dignificar una ciudad retirando un símbolo tan lacerante para cualquier demócrata? Todo ello, en una tierra en la que al igual que en Navarra, no hubo frente de guerra pero sí miles de asesinados.