El Diario de Navarra ha publicado en su edición de hoy un extenso publirreportaje para intentar reponer la imagen de su candidata, desgastada por los últimos tsunamis mediáticos. La misma que se pasea todo el verano por las fiestas de los pueblos, que aparece constantemente en procesiones, romerías y los más variopintos actos sociales con un protagonismo patológico, reclama ahora que nos hemos enterado de sus avatares personales porque nos los han contado los mismos medios de máxima difusión que ellos controlan, el derecho a la intimidad de su vida privada. Pues que cada palo aguante su vela. Si le preocupa qué pensará de su separación la gente que le acompaña en las manifestaciones integristas en favor de la familia tradicional, si colará la explicación del por qué de la tardanza en devolver el reloj o qué opinará el ciudadano medio de la megalomanía de quien se edifica una casa tan estúpida, es su problema. Suyo y de su partido, dentro del cual no faltarán comentarios en privado que comiencen a poner en cuestión el valor electoral añadido de Barcina que daban por descontado.
Praxku
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