En un distorsionado afán de construir sobre el sufrimiento la sublimación de la perfección humana, la historia de la Iglesia se erige sobre el desprecio del placer. El placer sexual sólo es lícito en la medida en que se orienta conscientemente hacia la procreación. Su disfrute como placer merece la condena de un Dios instalado sobre la sangre humana, nunca sobre la belleza de la carne.
Ahora que el Partido Popular ha ganado las elecciones, piensan los Obispos que ha llegado el momento de proclamar nuevamente como pecado muchas de las decisiones que en el campo de lo vinculado a la sexualidad instauró como derechos el anterior legislador. (klik egin-ver más)Rafael Fernando Navarro, en su blog
Ahora que el Partido Popular ha ganado las elecciones, piensan los Obispos que ha llegado el momento de proclamar nuevamente como pecado muchas de las decisiones que en el campo de lo vinculado a la sexualidad instauró como derechos el anterior legislador. (klik egin-ver más)Rafael Fernando Navarro, en su blog