Vaya por delante el reconocimiento de la injusticia
que representó la violencia y la presión coactiva de ETA. Una injusticia que se
cometió en primer lugar contra las personas que sufrieron en carne propia el
zarpazo de la llamada ‘violencia de motivación política’. A quienes se les
quitó la vida, se les arrebató todo. También se cometió una injusticia terrible
con todos los que sufrieron la amenaza y
la persecución por parte del mundo ideológico-político que durante décadas
justificó tales prácticas. Es cierto que ese ambiente hostil lo extendieron por
el conjunto del territorio vasco-navarro, pero quien realmente lo sufrió fue un
conjunto heterogéneo e indeterminado de personas. (klik egin-ver más)
Xabier Gurrutxaga