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domingo, 20 de noviembre de 2016

LO DE ALSASUA

Dijo el Rey en un momento de su analizado discurso en las Cortes que “en un Estado de Derecho la primacía de la Ley elimina la arbitrariedad de los poderes públicos”. Y lleva razón o debería llevarla. Tal premisa debe ser una realidad y no un desideratum. Así que por mor de hacer caso a Su Majestad me veo forzada hoy a escribir este artículo. Tengo ante mí la obligación moral de hablar de lo de Alsasua porque en el caso de la agresión -brutal y execrable- a los guardias civiles veo toda una subversión del concepto que con tanto tino nos recordó el Borbón el otro día.
A día de hoy hay nueve personas que se juegan penas de entre 10 y 15 años por propinar una paliza con el resultado de lesiones en dos personas. Es decir que el fiscal les pide la misma pena por las contusiones, moratones y un esguince grave que por matar a una persona. Lo hace porque considera que tal comportamiento fue “terrorismo”. No lo pensaba así la juez de Alsasua que los dejó en libertad con cargos acusados de lesiones y atentado. Pero después de una preclara agitación en redes sociales y en prensa acudiendo a remover los sentimientos de la gente, que poco suelen tener que ver con la justicia y la equidad, dieron en quitarle el caso a la de Alsasua para dárselo a la de Génova. (klik egin-ver más)
Elisa Beni, en eldiario.es

UN 20-N DE HACE MUCHOS AÑOS

«¡Españoles… Franco ha muerto!», escuchábamos decir a un Arias Navarro roto en lágrimas, ante una pantalla de televisión en blanco y negro. El acontecimiento esperado se produjo un 20 de Noviembre de 1975; pero el franquismo, después de cuarenta y un años, sigue vivo.

Comenzaba la Transición desde la dictadura a la democracia, controlada desde dentro del Régimen. Ahora conocemos como se nos engañó. Adolfo Suárez, no sometió a referéndum la monarquía, porque las encuestas le dijeron que perdería. Franco había dejado todo «atado y bien atado» en la figura de Juan Carlos. (klik egin-ver más)

Víctor Arrogante, en Nueva Tribuna

LUMBIER Y LOS RESTOS DE SANJURJO

Se ha escrito mucho sobre los restos de Sanjurjo «encriptados» en los Caídos. Pocos saben que la culpa de que dichos polvos mortales terminaran inhumados en la catedral en 1939 y, posteriormente, en la cripta, la tuvo el Ayuntamiento navarro de Lumbier. La historia no es justa repartiendo parabienes y laureles, porque, a decir verdad, sin la intervención de Lumbier, ahora mismo no hubiéramos contemplado los alardes dialécticos entre Ayuntamiento, arzobispado y representantes de los familiares del finado. Gracias a ellos, podemos comprobar que el humus nutricio del franquismo, encarnación putrefacta del fascismo, sigue cultivándose en ciertas latitudes y actitudes anticonstitucionales y antidemocráticas. (klik egin-ver más)
Víctor Moreno, en GARA