Proponer que la fiesta oficial de la CAV coincidiese con la apertura del txotx en Astigarraga o con el aniversario del histórico naufragio masivo de los arrantzales de Bermeo tendría parecida lógica y legitimidad que hacerlo con una fiesta religiosa, como sugiere EH Bildu y al parecer apoya Podemos. No existe patrón vasco oficial porque cada provincia tiene el suyo y, por cierto, Gipuzkoa y Bizkaia comparten a San Ignacio desde hace siglos y todavía está por desatarse ninguna polémica en Gipuzkoa porque un santo nacido en su territorio fuese adoptado como propio por los vizcainos. Ciertamente, no parece mucho mayor el consenso por el aniversario del Estatuto, sea el actual como quiso implantar el PSE en su fugaz paso por Ajuria Enea, o el de 1936, opción que tiene todos los visos de ser la definitiva cuando se vote en el Parlamento de Gasteiz. En cualquier caso, se trata de un asunto de otra comunidad, otro más de la cansina serie de designaciones forzadas y mediáticamente sobredimensionadas que, como los tambores de oro o los encargados de lanzar los cohetes, nos asedian periódicamente allí y aquí. Que haya servido de excusa para que la derecha navarra monte gresca no resulta ya tan sorprendente. Lo que sí es noticia y el colmo del absurdo es que la discusión haya llegado al Parlamento Foral y que UPN haya acompañado sin ningún rubor a Ana Beltrán en el esperpento.
Praxku