La pérdida de la alcaldía de Viana ha sido un duro golpe político para UPN. Porque Viana era una de las pocas localidades en manos de UPN tras el desastre electoral de 2015 en el que las urnas le arrebataron la mayor parte de las alcaldías que tenía en sus manos hasta entonces. Y porque entre las pocas que siguieron bajo control de UPN, Viana era una de las más importantes por población con unos 4.000 habitantes. Pero también porque la moción de censura de Viana que aupó a la alcaldía a la concejal socialista Yolanda González con los votos del PSN, Cambiemos Viana -una lista próxima a Podemos- y Geroa Bai evidencia la creciente soledad política de UPN, atrapado en la estrategia de una oposición dura y tremendista bajo la dirección de Esparza. Quizá por todo ello, la respuesta bronca, con insultos y abucheos en el pleno, de un grupo de seguidores de UPN. Simple frustración política. No son nuevas estas muestras de protesta verdulera en las mociones de censura en los ayuntamientos, pero basta pensar qué estaría pregonando hoy UPN si los protagonistas de ese mal perder democrático fueran miembros de otro partido y el sujeto de los insultos y descalificaciones un candidato suyo. Como poco, pidiendo la intervención de la Fiscalía para convertir los hechos en una cuestión de orden público. En realidad, la moción de censura sólo muestra que UPN ha gobernado estos dos años en Viana de prestado: los resultados de las elecciones de 2015 le dieron 4 de los 11 concejales de la localidad, y solo la falta de acuerdo entre los otros siete (3 del PSN, 2 de Cambiemos Viana, 1 de Geroa Bai y otro de EH Bildu) le permitió acceder a la alcaldía. Ahora, tras el triunfo de Sánchez en el PSOE y el cambio de estrategia que anuncia el PSN en Navarra, los socialistas han impulsado ese acuerdo mayoritario para arrebatar la alcaldía a UPN. Eso sí, con la exclusión de EH Bildu. Una carencia de partida si lo que se pretende de verdad es impulsar una nueva forma de actuar en política en Viana. Habrá que ver cómo funciona ahora ese pacto municipal, porque las mociones de censura exigen siempre un plus de responsabilidad política a la hora de asumir las responsabilidades de gobierno y tanto la alcaldesa González como los partidos que le apoyan tienen dos años para demostrar que también Viana se puede gobernar con el interés general de sus habitantes como prioridad. Y habrá que ver también si este cambio político con presencia del PSN es un oasis en su acción de oposición al cambio en Navarra o es el principio de un giro real y honesto tras dos años de una estrategia seguidista del discurso de la confrontación y el cuanto peor mejor que ha compartido con UPN y PP. De momento, el cambio en Navarra, tal y como se configuró en 2015 en el Gobierno y en la mayoría de ayuntamientos, tiene un horizonte con expectativas mucho más positivas que negativas y es el PSN el que en estos dos años se ha autoexcluido de esa experiencia y es el PSN el que tiene aún un largo camino de acción política para convencer al resto de los partidos y, sobre todo, a los navarros y navarras de que esta vez su compromiso con la construcción de una nueva Navarra para este siglo XXI alejada de su histórica complicidad con los sectores más conservadores y reaccionarios del poder político y económico es irreversible. La pelota para confirmar que Viana es un síntoma y no una excepción está en su tejado.
Editorial del Diario de Noticias