El 11 de mayo el preso Patxi Ruiz inició una huelga de hambre y sed en la cárcel de Murcia en protesta por las amenazas que recibió por parte de funcionarios de esa prisión. Han transcurrido 13 días desde entonces, en el que la salud del preso ha empeorado considerablemente, y en este tiempo también han sido innumerables las pintadas aparecidas en sedes de partidos políticos e incluso en la propia vivienda de la secretaria general del PSE Idoia Mendia. A raíz de todo ello, el debate se ha situado en la supuesta falta de contundencia en el rechazo a esas pintadas por parte de EHBildu, y por otro lado, en el hecho de querer comparar las consecuencias de una pintada con la situación de los presos y presas, en todo caso mucho más sangrante. Y así, nos situamos entre la contundencia exigida en el rechazo a las pintadas y la contundencia exigida en el rechazo a la política penitenciaria, como si ambas cuestiones no pudieran encontrar un espacio común. Pues bien, creo que el acercamiento a ese espacio común nos lleva a tratar el tema sobre tres dimensiones: la dimensión ética, la de la justicia y la de la convivencia. (klik egin-ver más)
Julen Mendoza, ex-alcalde de Errenteria, en su blog