La obligación de “quedarse en casa” ha evidenciado profundos fallos del sistema de vivienda que requieren una intervención pública decidida por parte de todas las administraciones. A continuación, algunas de las deficiencias más destacables.
El primer y más ostensible fracaso del modelo de vivienda es el gran número de personas incapaces de cumplir con la obligación de quedarse en casa porque sencillamente no tenían un techo en el que protegerse del contagio. Las cifras oficiales, como en tantos otros aspectos vinculados a la vivienda, no son claras, no obstante, se calcula que en España hay 15.000 personas durmiendo en la calle.
Muchos gobiernos locales, al estallar la pandemia, reaccionaron con agilidad e importantes dosis de imaginación y, en tiempo récord, improvisaron centenares de alojamientos de emergencia además de disponer de cientos de habitaciones de hotel. Así, Barcelona ha llegado a ofrecer casi 3.000 camas para personas sin hogar y otros colectivos especialmente afectados.
Estos equipamientos de emergencia, por ejemplo, han tenido que alojar también a mujeres víctimas de violencia machista cuya vida corría peligro. La mayoría de víctimas, sin embargo, han tenido que permanecer 24 horas al día junto a su agresor. Hasta el punto que las peticiones de ayuda al Gobierno se han incrementado un 57,9% durante el estado de alarma.
Otros confinamientos imposibles que han precisado atención pública han sido los de las personas que malviven en pensiones o en infraviviendas. Todas ellas necesitan más pronto que tarde viviendas dignas de carácter estable. Para ello, los gobiernos locales van a necesitar sí o sí múltiples alianzas, tanto con el resto de administraciones, como con agentes privados. (klik egin-ver más)
Vanesa Valiño, asesora de Vivienda del Ayuntamiento de Barcelona, en ctxt.es