«Yo estaba de vacaciones, tenía 15 años. Él tenía que ir a la sede del PP. Yo me ofrecí a comprar el pan para que llegara antes. Se empeñó en que no. Y como él fue a comprar el pan, una moto con varios kilos de amonal explotó. Cuando escuché el ruido, supe qué había pasado», narró ayer Naiara, hija de Manuel Zamarreño, concejal de Errenteria por el PP.
En 1998, Zamarreño llevaba apenas un mes como edil. Pero el trayecto previo al atentado fue más largo. Hubo seis meses de amenazas, donde una adolescente veía su apellido con dianas por las paredes. Naiara, tras el atentado, odió.
Su familia acabó destrozada, sus hermanos y su madre se fueron, pero ella se quedó en Errenteria, aunque escondida dentro del propio pueblo. No daba su apellido sin que fuera estrictamente necesario por miedo al rechazo y durante años no habló una sola palabra en euskara. «Nadie sabía hasta 2013, cuando di mi testimonio en un encuentro con otras víctimas, que yo seguía viviendo allí», relató. (klik egin-ver más)
Aritz Intxusta, en GARA