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martes, 8 de junio de 2021

LA ZONA DEL NO


              El Gobierno de Chivite consultó el año pasado al Consejo de Navarra sobre la legalidad de valorar el euskera como mérito en la zona no vascófona. Los siete juristas de este órgano consultivo, encargado de velar por el cumplimiento del ordenamiento jurídico, respondieron que, de acuerdo tanto con el Amejoramiento como con la Ley del Euskera, no existía ningún impedimento para ello, teniendo en cuenta que el idioma vasco es lengua propia de Navarra y ya se está haciendo con otras lenguas que no lo son, como el inglés, el francés o el alemán. Sin embargo, Chivite y la parte socialista del Gobierno foral se abrazan a eso que llaman "realidad sociolingüística" para que, en casi la mitad del territorio navarro, se siga sin equiparar al euskera con los idiomas extranjeros. El PSN se manifiesta a favor de acabar con la crispación existente en el campo lingüístico pero sigue considerando que puntuar el alemán no discrimina a nadie y hacerlo con el euskera sí. Pide "alejar el euskera de la confrontación política permanente", pero apenas camufla una postura profundamente intransigente y dogmática, como se percibe en la propia concepción de la zona "no vascófona": una reserva muy poco natural, más mental que territorial, a preservar a toda costa de la contaminación que viene del norte. Ya es triste de cojones definir a un territorio por un NO, por la negación de algo positivo. No al euskera, no al conocimiento integral de nuestra cultura y nuestra comunidad. Todo un entramado encaminado a que los habitantes de buena parte de Navarra no se encuentren con la otra lengua del territorio, ni la oigan, ni la lean, ni la huelan, ni la palpen. No sea que... ¿Qué? El miedo, la ignorancia y el sectarismo siguen lastrando la postura del PSN en este tema. De Navarra Suma ni hablamos.

Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias

OCHO NIÑOS Y NIÑAS SEGUIRÁN DANDO VIDA AL COLEGIO RURAL DE BEIRE

   

                En el Colegio Rural de Beire, no tienen sirena. Son Alicia y Oihane, las maestras, quienes les avisan cuándo pueden entrar y cuándo toca cambio de hora. Cuando llegan, el alumnado sabe qué tiene que hacer: descalzarse y ponerse sus zapatillas de casa. Y así es como se sienten: "se mueven muy libremente, conocen el sitio entero y además la atención es muy personalizada e individual. Somos nosotras, las profesoras, quienes nos adaptamos a su ritmo y no al contrario", nos cuenta Alicia Ramos, directora y maestra del Colegio Rural de Beire.    (klik egin-ver más)

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