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jueves, 18 de septiembre de 2008

TRES CONCEJALES "NO ADSCRITOS"




Tres concejales de nuestra merindad –Gorka Labat, Xabier Flamarique y Javier Sánchez- serán considerados próximamente con toda probabilidad como “no adscritos”, cual si no tuviesen paternidad ideológica. Se consumará de esa manera una restricción directa de sus derechos, así como los de los 854 tafalleses y los 323 falcesinos a los que representan. Nueve ayuntamientos navarros podrían ser disueltos porque los gobierna el partido que ha ilegalizado el Tribunal Constitucional, obediente una vez más a los intereses del poder político. Es uno de los últimos pasos del proceso de “construcción de indicios” que anunció el ministro socialista Juan Fernando López Aguilar.

Comparecer bajo las siglas de ANV fue el último recurso de una izquierda abertzale oficial, desorientada por su errónea percepción de la realidad y por su disparatada incapacidad para plantear una respuesta estratégica a la marginalidad progresiva en la que está envuelta por su inacción ante la sinrazón de ETA. Este es el triste final de las siglas de la limpia y dignísima trayectoria política de Acción Nacionalista Vasca, la primera organización abertzale de izquierdas de la historia, aconfesional y de intachable trayectoria de fidelidad a la República, que no se sometió al Pacto de Santoña y continuó con sus cuatro batallones el combate contra el fascismo hasta Asturias. Se puede decir que entre unos y otros se la han cargado, pero sin duda es una muestra más de la precariedad que sufre en España el Estado de Derecho.

Cierto es que esta evidente regresión jurídica no levantará una gran polvareda política. La decisión la han tomado por unanimidad. Ya ni se guardan las formas; en el TC ya no hay ni “conservadores” ni “progresistas” cuando se trata de restringir las garantías constitucionales a un determinado colectivo político. Los ciudadanos también, incluso muchos de los más comprometidos con las libertades, tras el hartazgo y la frustración tras la ruptura de dos treguas en pocos años han optado por marcar distancias. Pero la ética y la responsabilidad nos llaman a insistir, por más que a menudo parezca estéril. No estamos de acuerdo. Nos llamarán equidistantes, inconsecuentes, y desde distintos espacios beligerantes nos tildarán una vez más de “cómplices” de los otros. Pero ni somos cómplices de nadie, ni buscamos estar en el centro de nada. Simplemente intentamos situarnos en todas las partes del conflicto, ser sensibles ante todas las injusticias y arbitrariedades que se cometen en detrimento de los derechos humanos. Del derecho a la vida, ante todos, y también ante todos los demás derechos fundamentales.

Praxku

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