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lunes, 20 de octubre de 2008

¡¡ POBRES RICOS !!


Un aldeano de mi pueblo, de cuyo nombre no quiero acordarme, se puso un día triste de la angustia que le produjo ser solidario. El hombre, un “media reja” arrendatario de parcelas a nombre de gran propietario, gimoteaba sin consuelo por la suerte de su patrón, que el zalamero llamaba amo.
La cosecha estaba casi perdida y el esfuerzo de todo el año se iba al “guano”. Aquella vendimia de hace veinticinco años era un desastre, un castigo del Señor para el que el tozudo campesino no estaba armado. Veinte días seguidos de lluvia pudrían los racimos que el mildeu deshacía en las manos callosas que sajaban a “hocete” míseras uvas de La Fraila, Montplané o Juguera.
“¡Ay, qué pobres ricos, cuántos dinericos van a perder en esta perra campaña!. No van sacar ni un real para arreglar tanto chandrío. Con lo que vale hoy todo.”, clama el compasivo esclavo si acordarse de los “juláis” que como él doblaban el espinazo a pie de “rincle” por un jornal incierto todavía sin cerrar, a cobrar a treinta, sesenta o noventa días.
Actualmente hay profetas del “crack del 29” que auguran el final de un capitalismo voraz que parece haber reventado en los últimos meses. Voces que piden la intervención del Estado para que chorree una pasta de dinero público que contenga el cierre de bancos y cajas que hasta ayer se ufanaban de beneficios millonarios.
Hay políticos, incluso cercanos, que demandan que ahora todos saquemos euros a escote para que se sigan levantando pisos que ya no compra nadie, se mantengan autopistas de peaje abonado mil veces, excaven canales con agua cara o diseñen trenes veloces que pasan y no paran.
Para forzar la situación pronostican 100.000 parados mensuales de aquí al verano y así unen la suerte de todos a la de quienes se hicieron en cuatro días millonarios, gente que del Ford Fiesta pasó al BMV a cuenta de hipotecar a otros cincuenta años.
Ambiciosos que han llenado el colchón de su jubilación con dólares y que ahora, cuando mucho, pueden perder algo pero no su seguro descanso. Gente que se tientan la ropa y piden socorro a todos, también a los que mandan al paro.
Como el cateto del pueblo que daba la cara por los fuertes sin preocuparse de su suerte ni la de sus semejantes, hay quien aboga por ayudar a los ayer tiburones del libre cambio que hicieron un cajón millonario puesto a buen recaudo. Quien más ganó tiene que mojarse más cuando pintan negras. Ya lo dice el viejo principio. De cada cual según su capacidad y a cada cual según sus necesidades. Por favor, pasen primero los del riñón cubierto.


Luis Miguel Escudero

La Voz de la Merindad

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