Intrigada me tiene el mapa de marras. No el que hace falta para poner en marcha la hoja de ruta, ni el mapamundi, ni el del tesoro. Me refiero al único mapa que importa en estos momentos para garantizar la gobernabilidad del país. El del tiempo de la etebé que ustedes y yo vemos cada día para saber si ha llegado la hora de guardar de una puñetera vez las botas de invierno, si daremos una vuelta en el monte el domingo o si vamos a Olite a comprar algo de vino si no llueve. Pues miren por dónde, parece ser que no hay otro problema en el universo basko al que pertenecemos que resolver si la geografía oficial que oficializa la tele oficial hay que conjugarla a tres, a cuatro o a siete. Hay les veo a partir de ahora a quienes van a mandar en Ajuria Enea contratando un equipo jurídico de postín para saber si lo que hay que tomarse al pie de la letra es el Estatuto -el mismo que no ratificaron quienes van a hacer lehendakari a Patxi-, las recomendaciones de la Unesco sobre la protección, defensa, respeto, cuidado, impulso y apoyo a las lenguas minoritarias o el punto cuarto, párrafo tercero, apartado tres del acuerdo que están a punto de parir los novios que van al altar. Mientras, nuestros colegas catódicos ya han interiorizado hasta el tuétano que les van a fumigar porque dicen por ahí que la casa del pajarito es un nido de ratas; andan a marchas forzadas rediseñando la Ilustración y dando un curso acelerado de movimientos gestuales a Urko Aristi y a Ana Urrutia, porque desde el mes que viene el mundo termina en Berastegi. Ya lo decía mi madre: ikusteko gaude.
A.Zugasti (Noticias de Gipuzkoa)
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