
En estos premios nunca se reconoce el trabajo anónimo de la gente sino sólo a las personas muy reconocidas y que están en ese momento en el candelero, pero jamás se apuesta por reconocer el trabajo silencioso ni la solidaridad discreta. Si el presidente Obama o su mujer Michelle se pusieran a tiro se lo darían con los ojos cerrados para que vinieran a Oviedo a recibir de las manos del Príncipe, puesto en un lugar central y todo girando alrededor de él, un premio que se alimenta del dinero público.
El premio Príncipe de Asturias jamás ha reconocido a ningún republicano ni a ningún asturiano que sufrió la represión del régimen. Por eso me ha encantado que Guardiola haya dicho que agradece la nominación pero que este premio se da a deportistas de trayectorias largas y él sólo lleva un año en el primer nivel. "Que me lo den a los sesenta años, ahora es muy prematuro". A los sesenta años ya no será interesante para lo que busca este premio, que es sólo la actualidad y los fuegos artificiales. Y todo con dinero público y por la perpetuación de la monarquía.
Iñaki Anasagasti en su blog.
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