Al menos este muchacho de 19 años, Isis Obeb Murillo, ya no podrá contar la resistencia del pueblo que se enfrenta en las calles a los gorilas que intentan perpetuar la corrupción y el drama social de los que se alimentan los imperialistas y los militares. Las dos iglesias hondureñas, la católica y la evangélica, han coincidido en su apoyo a los golpistas. Mientras Benedicto XVI calla.
Cuando Micheletti y el Arzobispo Oscar dicen al unisono: "La llegada de Zelaya puede suponer un derramamiento de sangre", no hablan de su sangre, ni de la de sus hombres armados. Están anunciando, advirtiendo, amenazando, estar dispuestos a hacer correr sangre de civiles de su propio pueblo. Y cumplen lo que prometen: asesinan. Con premeditación.(bemsalgado-voubou)
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