En ningún momento el transcurso del juicio contra José Diego Yllanes como autor de la muerte de Nagore Laffage hacía presagiar el sorprendente desenlace que, de la mano del jurado popular, ha tenido el caso. A pesar de la lujosa defensa del acusado, a pesar de la posición rayana en lo displicente de la Fiscalía y a pesar de la vergonzosa inhibición de las instituciones navarras en un evidente caso de violencia machista, el desarrollo de la vista dejó meridianamente claro que los hechos hablan por sí solos, que no dejan lugar a la duda más remota: el acusado no sólo mató a Nagore, sino que lo hizo de forma consciente y premeditada, incurriendo en un delito tipificado como «asesinato».
Sin embargo, la decisión del jurado se decanta finalmente por el «homicidio», aceptando inexplicablemente todos los argumentos atenuantes de la defensa. Entre ellos, que el acusado «reconoció la autoría de los hechos desde el primer momento». ¿Acaso olvida el jurado que Yllanes trató de descuartizar a la víctima, que limpió de su domicilio la sangre, que llamó a un amigo para que le ayudara a deshacerse del cadáver y que fue éste quien, tras negarse a ello, comunicó los hechos a la Policía? ¿Acaso olvida que Yllanes trasladó el cuerpo de la joven hasta Olondritz, donde lo abandonó semioculto? ... (Klik egin-ver más)
(Gara)
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