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martes, 20 de abril de 2010

MIS MUERTOS, UN DERECHO

Durante muchos años España no fue España. Fue una cuneta inmensa donde un régimen abandonaba los muertos, sembrando angustias, tatuando el dolor de los que quedaron vivos. España fue una tapia grande de cementerio, una pared sitiada cada amanecer, chorreada de sangre rebelde, de mujeres preñadas de esperanza, de jóvenes tronchados. Cayeron poetas y campesinos, madres de pañuelos en la cabeza y muchachas de muslos blancos. Se disparó contra las ideas, contra la fidelidad, contra la altanería limpia que enarbolaba derechos. Y después nacimos los de la dictadura, con lazos negros, con lutos injertados, con una tristeza infinita. Y así vivimos. Con la libertad arrinconada en los sótanos del alma sin poder airearla en los balcones de la vida. Con la alegría fusilada contra un muro de cuarenta años.(klik egin-ver más)
Rafael Fernando Navarro (en marpalabra.blogspot.com)

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