El del pañuelo es uno de los dos sustractores de la placa de la Diputación de Gipuzkoa. Hoy hemos sabido que este aristócrata con vocación de kaleborrokalari sin temor por eso de acabar como el resto ante la Audiencia Nacional, regenta el museo de Tabar, cerca de Lumbier. Un lugar donde se exhiben sin recato banderas preconstitucionales, arengas de Franco, y toda la gama de la más genuina parafernalia fascista, con la intención expresa de que "sirvan de legado para futuras generaciones". Un espacio para exaltación del golpismo, publicitado y auspiciado en su día por el Diario de Navarra, para mayor gloria de Dios y del imperio. A ellos que nadie les toque su museo de los horrores fascistas. Y lo que a ellos no les gusta, lo arrancan y fuera. Porque a eso no se le llama "intromisión en asuntos de otra comunidad". Ni aunque hicieran el ridículo con un estilo tan patoso y grotesco al afanar la placa.
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