Alcohol metílico. Esta sustancia causó miles de muertes en toda España en 1963, aunque el franquismo sólo reconoció 51. Los que no fallecieron, quedaron ciegos. De repente, veían caer nieve ante sus ojos en pleno agosto, y luego, el blanco total. Hasta que una joven farmacéutica asturiana, inspectora de Sanidad en Haría, Lanzarote, descubrió la raíz del problema, las familias enterraban a sus seres queridos sin saber qué había apagado sus vidas. Elisa Álvarez falleció en Las Palmas de Gran Canaria, en febrero de 2010, a los 76 años, de manera tan discreta como vivió. El Colegio de Farmacéuticos de la isla recupera ahora su figura.
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«Todo esto hay que ponerlo en su contexto. Hablamos de una mujer joven que se enfrentó a muchos intereses económicos, ya que este descubrimiento hizo atar cabos a las autoridades en la Península, donde también se confiscó la bebida», reflexiona su familiar, que recuerda que su tía «no quería oír hablar de este asunto, ni siquiera cuando llamaban personas para agradecerle que, gracias a ella, aún seguían vivas».
Y es que todo aquello significó un trauma para la farmacéutica, ya que se abrió un proceso judicial cuyo expediente contenía 60.000 folios y que la obligaba a acudir escoltada a la sala, debido a las amenazas de muerte. Los responsables fueron juzgados y condenados a 20 años de cárcel en algunos casos, aunque las indemnizaciones nunca llegaron. (klik egin-ver más)
Cira Morote Medina, en lne.es
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