Es cuestión de tiempo. De poco tiempo. El agónico final de la era Zapatero se derrama a chorros por las grietas de la crisis, de la soledad, de la impotencia, de las puñaladas traperas y hasta del fuego amigo. Él parece empeñado en resistir, incluso noqueado, hasta cumplir los compromisos contraídos con la UE. Unos compromisos, por cierto, con reformas de extrema dureza que harán todavía más impopular la ya patética figura del presidente español. Le quedan pocos meses para elegir entre presentar o no unos Presupuestos Generales necesariamente duros, odiosos, y sabe bien que, si los presenta, esta vez nadie le va a ayudar a aprobarlos. No presentarlos, por supuesto, significa aceptar el adelanto de las elecciones generales. En cualquier caso el tiempo está tasado, y a la baja. (klik egin-ver más)
Pablo Muñoz, en Grupo Noticias
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