40.000 euros al mes por estar a disposición del lehendakari para que aprenda euskera. Lo han leído bien y lo repito por si alguien se perdió el titular de ayer. 40.000 euros. Quizá les haya bajado la moral saber que por este precio ustedes también podrían sacar lustre al EGA que tiene por ahí y aliviar el maldito crédito que amarga la vida, pero es lo que hay. 40.000 euros por estar pendiente de una llamada y plantarse en Ajuria Enea entre reunión y reunión, entre comida y recepción, a ver si me concentro un poco y le doy al nor-nori-nork. 40.000 euros para que, además, el alumno en cuestión te diga que hoy no puede, que quizá mañana, o que le dejes hacer txikarra por un día. Y lo puede hacer porque cuando el precio era de 36.000 euros reconoció en una revista de alcance nacional (nacional de la nación de las naciones, se entiende) que hacía piras y que iba lento como una mula en el aprendizaje de las aditzas, que ya son puñeteras, ya... Lo dijo quizá para hacerse el simpático delante de su compañero de portada, el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo -cuyos discursos suenan en gallego, por cierto- para protagonizar lo que vendría a llamarse la nueva generación de los partidos españoles, los cachorros que vienen pisando fuerte, los llamados a suceder en las más altas responsabilidades de gobierno. Quizá López esté esperando a eso, a que le saquen de aquí y le busquen algo en Madrid para que nadie le recuerde que va lento en el idioma de los bertsos. Eso sí, si le tienen que buscar otro trabajo, que no le pidan idiomas porque el inglés sigue siendo, también, su asignatura pendiente. Pues eso, es lo que hay...
Arantxa Zugasti, en Noticias de Gipuzkoa