En definitiva, no solo nos hemos quedado sin una entidad financiera propia, con lo que eso significa en términos de capacidad propia de impulsar o priorizar determinadas líneas de actuación y en términos de formación y mantenimiento de talento humano cualificado, sino que además lo hemos hecho dejándonos en dos años mucho más patrimonio del que se han dejado las entidades cercanas con las que debemos compararnos. Y eso es algo que tenemos que analizar. No puede pretender cerrarse el capítulo diciendo que la gestión ha sido magnífica porque hemos terminado en una entidad, Caixabank, que no ha necesitado intervención del Estado. (klik egin-ver más)
Manu Ayerdi, en geroabai.com
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