Desde hace algunos días se puede ver en Golem Yamaguchi y en Ocine Tudela esta sobrecogedora película, que además de estar basada en hechos reales, refleja también una situación parecida a la vivida en su niñez por el propio director, Benjamín Ávila. Nos cuenta la historia de un niño de 12 años que comparte la clandestinidad con sus padres, activistas montoneros regresados del exilio a Argentina para reemprender la lucha contra la dictadura militar. Durísima y encendidamente tierna a la vez, la película nos muestra el despertar a la adolescencia del protagonista en unas condiciones harto complicadas. Destaca sobre todos la interpretación de Ernesto Alterio, que da vida al tío Beto. Especialmente en la discusión con su hermano sobre la dualidad disfrute de la vida/clandestinidad. Es inevitable salir de la proyección con una gran carga de angustia, mezclada con la dulzura de los momentos románticos y con la envidia por la decidida voluntad de los cineastas argentinos de mantener la memoria histórica, de blindar del olvido la terrible historia de la represión selectiva que asoló a toda una generación.
Praxku
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