Casi diría que este
trabajo se ha escrito solo, al hilo de los acontecimientos de los últimos tres
meses, por no decir que nos lo han escrito en la
chepa. No están todos los empujones que hemos recibido como
ciudadanos, pero si los más significativos en el terreno de las
libertades individuales y del derecho a la defensa y a la expresión de
nuestra disidencia o desacuerdo radical con una forma de hacer
política; en el de la justicia, la sanidad, la educación y la prevención
social. Empujones a los que hay que añadir el autoritarismo y
las actuaciones propias de un estado policial, más un saqueo de
grandes proporciones perpetrado desde puestos de gobierno o a su
sombra, por políticos o por profesionales de la banca que han
dañado la misma soberanía nacional en manos de la tela de araña
financiera o de quien la teje… Frente a
ellos, las páginas de El
asco indecible no pasan de ser unos comentarios a bote pronto, apostillas en
caliente, andanadas y exabruptos que los llaman la
gente del orden académico que cierra filas con quienes hoy dominan
y someten de manera abusiva a una parte importante de la
población española… Creo que el tiempo de los análisis
ponderados se ha acabado, que es una trampa,
tanto o más que ese
diálogo que consiste en aplaudir y acatar lo que diga quien detenta
el poder. Un trile en el que gana la banda de la porra.
Comentarios poco originales y sin pretensiones porque son los que hemos
hecho y oído estos últimos meses, en un
sitio y en otro. Libro
corto este, porque te quedas corto y porque a este paso acabaremos
escribiendo El asco de nunca acabar.
Prólogo del libro "El asco indecible" de Miguel Sánchez-Ostiz, editado por Pamiela
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