En
septiembre de 2012 apareció una niña chilena de 7 años en nuestras vidas. Una
nueva compañera en la clase de mi hijo de la misma edad. Debido a su
ingenuidad, sinceridad y naturalidad, Valentina nos cautivó rápidamente.
Gracias a su amor propio, su forma de ser y su,ahora, gran estabilidad
emocional, ha conseguido integrarse totalmente en el pueblo de Marcilla, tanto
con sus compañeros y amigos como con su nueva familia: su padre biológico y la
mujer de este. Es una niña muy alegre, cariñosa y, por lo que puedo observar, que
es bastante, muy madura para su edad y con las ideas muy claras.
Toda
esta estabilidad emocional conseguida durante todo el tiempo que lleva en
Marcilla con su nueva familia, puede verse truncada por la decisión de un juez
que dictamina que tiene que retornar a Chile, a la casa en la que supuestamente
ha sido maltratada, con su madre y la pareja de esta.
Si
un menor está pidiendo ayuda a gritos, ¿por qué nos tenemos que quedar de
brazos cruzados? Soy sabedora de que ante todo está la justicia, pero también
veo a una niña desesperada, muy segura de sí misma: no quiere volver a su
antigua y dura vida en su país natal. En algunas ocasiones deberíamos escuchar
con atención lo que un niño nos quiere decir, y esta es una de ellas. Valentina
tiene mucho que decir. No le tapemos la boca, vamos a escucharla.
Yosune Murugarren, profesora y madre del
Colegio San Bartolomé de Marcilla
Nota: Los vecinos de
Marcilla volverán a concentrarse pasado mañana sábado en apoyo de Valentina. Se
reunirán a las 13.00 en el Colegio y se desplazarán hasta el Ayuntamiento.
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