Las mociones de censura
que presenta Bildu son como las huelgas generales que convocan ELA y LAB.
Sirven fundamentalmente para que nadie les pueda decir que no están haciendo
algo. Mucha pirotecnia unilateral. Mucho humo con el que juega el viento. Mucha
energía gastada en una coyuntura en la que ésta no es que abunde precisamente.
Con resultados más bien escasos, aparte del efímero protagonismo de un día. Si
algo evidenció la jornada parlamentaria del pasado jueves es el monumental
embrollo en el que está metida esta provincia. A un lado del escenario tenemos
una presidenta que ya se aferra al sillón como el Berlusconi de sus últimos
años, por la cuenta que le trae. Una presidenta que lo es por partida doble. De
un partido, UPN, sin credibilidad, por haber esquilmado hasta extremos obscenos
los caudales públicos en los 20 años que lleva en el poder, y de un gobierno
falto de recursos, inoperante, bajo mínimos y sin más arrestos que para seguir
hostigando a los navarros que considera desafectos. Al otro lado, tenemos una
oposición incapaz de pactar unos mínimos para echar del poder a una presidenta,
a un Gobierno y a un partido que no es que estén tocados del ala, es que están
abrasados en el fuego que ellos mismos han encendido. Ayer parecía que algo se
movía. El PSN, después del papelón del jueves, se decía dispuesto a estudiar su
propia moción de censura. Antes del mediodía Lizarbe lo desmentía. Estamos,
pues, como estábamos. La presidenta sigue ganando batallas, de victoria en
victoria hasta la derrota final. La oposición sigue perdiéndolas, ya sin otra
esperanza que esperar a que la fruta caiga sola. Y el PSN, que no es ni lo uno
ni lo otro, se limita a amagar y recular, cuando en realidad lo que desea es
que esta legislatura no se acabe nunca. Si alguien o algo no lo remedia nos
quedan dos interminables años de nada.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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