El llamado sector eléctrico en España constituye un buen ejemplo de este “capitalismo a la medida”. La electricidad no se produce ni se distribuye en nuestro país desde el sector público, como ocurriera en otro tiempo y como ocurre en otros países. Pero en España no existe un “mercado eléctrico” en puridad. El resultado es que contamos con todos los inconvenientes de la electricidad privatizada, como el déficit de control público sobre la planificación energética, pero no percibimos ninguno de sus supuestos beneficios, como un precio ajustado a las leyes de la competencia. Ni monopolio público, ni mercado privado. La electricidad en España se administra desde un oligopolio privado, tan opaco como ineficiente para el interés general. (klik egin-ver más)
Rafael Simancas, en Nueva tribuna
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