Como advirtió Steiner, lo que no se nombra, no existe. Así que hay que empezar por llamar a las lesbianas por su nombre: lesbianas. Lesbianas como, por ejemplo, Ellen DeGeneres, una de las mujeres más influyentes de la cultura estadounidense y presentadora de una gala de los Oscar que dio la vuelta al mundo, incluido el nuestro. Porque lo que no puede ser es que delante del televisor miles de familias comunes y corrientes vean y comenten tranquilamente los Oscar mientras en el sofá sus hijas tengan que ocultar, acaso con enorme temor y profunda frustración, que son lesbianas. Solo porque, por cruel y despreciable que sea, esa es la norma, ese es el sistema. Un sistema que hemos luchado mucho por cambiar y en el que asistimos a una más que preocupante involución. (klik egin-ver más)
Ruth Toledano, en eldiario.es
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