A los propietarios de la televisión privada se les ha escapado el ‘Frankenstein’ Podemos del laboratorio de La Sexta y ahora hay que activar a Ciudadanos para que los naranjitos neutralicen a los de la coleta, antes de que el país se entregue al Frente Popular. Esta es una de las lecturas simplistas que circulan por Madrid sobre el actual momento político. Son los conjuros que preceden a la tormenta. Puesto que a llover. Y va a llover a cántaros.
Resulta impensable que los grandes canales de la televisión privada –de matriz comercial italiana, no olvidemos nunca ese dato– desaprovechasen la fenomenal triple crisis española –crisis económica, crisis de los partidos y crisis con Catalunya– para alimentar sus audiencias, mientras los más jóvenes emigran a las pantallas del teléfono móvil. Lo sorprendente es la torpeza de la derecha ante los nuevos formatos. La galería de energúmenos y tipos raros que han monopolizado la representación de los conservadores en la política televisada ha dado estos meses una ventaja extraordinaria a los nuevos protagonistas –Pablo Iglesias y Albert Rivera, principalmente– y ha acabado de arruinar el débil vínculo del partido gobernante con los jóvenes. Ahí están los datos. Datos incontestables. El PP concentra hoy sus expectativas de voto entre la gente mayor de 50 años. Podemos dobla la intención directa de voto del PSOE entre las personas de 18 a 34 años y triplica la del PP en esa franja de edad. He ahí una de las claves del momento. La clave generacional. (klik egin-ver más)
Enric Juliana, en La Vanguardia
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