La caridad cristiana del ministro del Interior le ha llevado a reunirse discretamente con algunos de los guardias civiles imputados por la tragedia de El Tarajal en la que quince inmigrantes murieron ahogados cuando intentaban llegar nadando a Ceuta. Fernández Díaz ama mucho al prójimo, aunque algo menos que a sí mismo, y esa debe de ser la razón por la que el mismo día de autos no presentó su dimisión irrevocable, que era lo que en su lugar habría hecho cualquier persona decente. (klik egin-ver más)
Juan Carlos Escudiel, en Público
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