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martes, 24 de marzo de 2015

PRIMAVERA ELECTORAL

Si he de decir la verdad, aguardaba estas elecciones con escepticismo. A pesar del bombardeo televisivo, apenas he dedicado unos minutos a una campaña que, vista desde la distancia, me ha sonado más bien a mortecina y repetitiva. El domingo, me sorprendieron las imágenes que mostraban una nada desdeñable afluencia de gente dispuesta a votar, a pesar de un tiempo maldito. Como si se diera cuenta de la trascendencia de estos comicios para el futuro del país. Y por la noche, contra todo pronóstico, los datos del escrutinio. Para rato me esperaba yo algo parecido. Creo que lo puedo decir: ha sido un resultado electoral espléndido. Un resultado que va a marcar un antes y un después. Un antes de abrirse las urnas, y un después del recuento. Desde el domingo, este país ya no es el mismo. Estamos asistiendo al fin de una era, con todo lo que esta afirmación pueda tener de exagerado. Porque, aunque todo ello haya ocurrido -‑esté ocurriendo- a muchos kilómetros de aquí, aunque haya gente que estime que los actores del domingo -electores y elegidos- tienen poco o nada que ver con nosotros, yo sí creo que son tan nuestros como lo puede ser cualquiera de nuestros vecinos o nuestros familiares. Por mucho que algunos se empeñen en lo contrario, tengo claro que las votaciones del domingo marcan una tendencia que pronto podremos ver reflejada en la propia Comunidad Foral. Los datos de la encuesta publicada este fin de semana por este periódico lo corroboran. Quién lo iba decir, son nuestros paisanos del norte los que tal vez estén inaugurando una primavera electoral para este país. Sí, he dicho bien. Del norte. Aunque quizás alguno no se haya enterado, los abertzales de Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa han obtenido un resultado histórico en las elecciones cantonales francesas de este último domingo.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias

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