El Gobierno de Mariano Rajoy no ofrecerá pactos, ni abrirá especiales vías de diálogo con la Generalitat de Catalunya antes de las elecciones generales de diciembre. Por cuatro motivos, al menos. Cuatro trazos que dibujan un primer retrato de cómo la derecha española está encajando el resultado del 27S.
No habrá gestos de apertura porque se quiere fijar el relato de que el independentismo ha perdido. El grupo dirigente del PP quiere esculpir un bajorrelieve en mármol en el que Artur Mas y la tropa de Junts pel Sí aparecen vencidos por la firmeza, el temple y la serenidad de Marco Ulpio Rajoy. La derrota de los dacios en la columna de Trajano. A los perdedores no se les ofrecen pactos.
Hay un segundo motivo. La victoria en número de escaños se le puede gangrenar a Mas. La pérdida del escaño número 63 deja al líder de Convergència Democràtica en manos de la Candidatura d'Unitat Popular, que se niega a votar su investidura. Este será el nudo de la política catalana en las próximas semanas. (klik egin-ver más)
Enric Juliana, en La Vanguardia
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