Recuerdo de niño cuando llegaba Semana Santa tenía un miedo atroz, primero unos “santos” tan grandes, después una música de ultratumba, luego los” fantasmas”. Todos encapuchados y con túnicas que solo se veían los zapatos. Mi madre, que no sabía qué hacer conmigo, un dia le dice a mi tío: "llévate a este crío a la procesión, a ver si se le quita el miedo". Mi tío me llevó arrastras, y yo acojonau. Pero mi tío que era mu listo me dice: "mira, ese entunicau es el hijo de la Anastasia, pero si es el vecino!! Ese otro es el de la Espartera, ese el de la Bienvenida". Tío , ¿y tú como los conoces? Me dice que por los zapatos, es que mi tío era el zapatero del pueblo y conocía de quién eran cada par de zapatos. "Mira, "¿ ves aquellos que van haciendo eses, de lado a lado de la calle?, pues esos son los de la cuadrilla del vino, cuando hagan la quinta parada acércate, levanta el faldón y mira". Paran, me acerco y miro; tenían una barbacoa y un tonel de cien litros de vino, esta parada era la anterior para entrar en lo más estrecho de la Calle Mayor, se termina el descanso y enfilan lo más estrecho de la calle. Mi tío, que era un lince se pone de guardia de circulación, para el paso del vino, y gritaba: "¡un poco para el centro, más a la derecha, para, a la izquierda!!". Y de repente se vannnn…plaf, contra un balcón de la derecha y le arrancan un brazo al santo, ooooohh! El personal qué silencio, bueno, ha sido un accidente, claro... porque el accidente ha sido a la derecha que si es a la izquierda hubiesen dicho que lo habían provocado las rojos ateos para paralizar la procesión. Sin embargo, mi tío sencillamente me ha dicho que ha sido San Vinico, otro santo que a veces hace milagros. Naturalmente, la procesión se paraliza y llaman a mi tío, que es el zapatero y que todo lo soluciona, hay que hacer el implante del brazo, empieza la cirugía, tijeras, sierra, hilo, esparadrapo.....¡plaf!, brazo implantado, y la procesión sigue su curso. Si será buen cirujano que luego lo llamaban de todos los famosos hospitales del mundo. Esto hace 110 años y el santo sigue haciendo las mismas cosas con el brazo, es decir, nada. Después de ver todo aquello se me quitó el miedo y se lo tengo que agradecer a mi tío el zapatero del pueblo y a San Vinico, que en paz descansen, amén. Así entendí que en este mundo todo tiene una explicación.
Eguaras
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