Lo primero que sentí al enterarme del contenido de la exposición fue un escalofrío de desagrado, luego pensé que si nadie decía nada, el objetivo de la performance quedaba anulado en sí mismo. A fin de cuentas, el artista solo buscaba publicidad, y despreciarle, sin entrar en su juego, era una posibilidad. Pero estamos en Navarra y esto de quedarse callando no es lo nuestro.
Luego me hice dos preguntas: ¿A quién hacía daño? ¿Y quién se beneficiaba de la polémica?
Y, ahí empecé a poner nombres y caras de las personas damnificadas, y estaba una gran parte de las personas mayores de mi familia, a compañeros y compañeras con las que he compartido muchas inquietudes sociales y a algunos vecinos del pueblo , todas ellas personas honestas, integras, con compromiso social y con un recorrido vital duro que desde sus 70, 80, 90..…miran con dolor y estupor algo que no entienden; pero también aparecían como damnificadas personas como yo misma, que sin tener ningún vínculo con la Iglesia desde hace más de treinta años, he sentido un malestar profundo y, me consta, que muchos ateos respetuosos se han removido incómodos en sus asientos. Porque, no nos engañemos, esto no es una denuncia contra la pederastia, ni una provocación contra la iglesia-organización, ni una crítica a la iglesia-jerarquía , es un insulto a la espiritualidad de los creyentes y, por extensión, a la vivencia espiritual de cualquier persona, sea creyente o no.
Y también se ha perjudicado al propio ayuntamiento del cambio, que defiende el respeto a la diversidad, a vivir las diferentes culturas e identidades, a desarrollar el arte y la cultura propios, etc, etc , con el alcalde Asiron a la cabeza, ha tenido que dar muchas explicaciones sobre algo que no tenía que haber sucedido en una sala que pagamos con nuestros impuestos, los de todos. Es como tener el enemigo en casa.
Beneficiar… pues por un lado a los fundamentalistas de la religión que hicieron su particular performance con rezo de rosario incluido y llamadas a rebato para conjurar a Satanás. Y por seguir con los beneficiados, el equipo de ayuntamiento saliente, al que le damos la oportunidad de hacer defensa y bandera de la libertad religiosa y de la convivencia ciudadana.
Para mí, es claro, que no toda provocación es arte y, probablemente es un déficit mío, pero ver a los críos en la playa escribiendo con conchas en la arena “Tonto el que lo lea” no entra en esa categoría.
Y para terminar la reflexión, me parece inquietante pensar en un adulto que ha acudido más de doscientas veces a una celebración religiosa, con el solo objeto de reunir hostias consagradas para hacer un montaje. Vamos, como para hacérselo mirar.
Ana Ansa