Desde la revolución asturiana de octubre de 1934, las derechas insistirían en la necesidad de depurar al Magisterio, maestros e inspectores, a quienes se les acusaría de haber sido los cerebros intelectuales de aquel movimiento, “nutriendo con ideología marxista a la población infantil de pueblos enteros”, tal y como acusaba el periódico El Debate (30.10.1934). Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, la acusación se convertiría en manía persecutoria. Abiertamente se señalaría a inspectores y a maestros como los causantes claves del advenimiento de la República y, sobre todo, de su asentamiento. Lo que significaba la consagración de un estado democrático y laico, concepto que una y otra vez las derechas asociarían con “un Estado ateo y soviético”, como sentenciara el vicepresidente de la Diputación, el carlista-fascista, Arraiza. (klik egin-ver más)
Víctor Moreno, Fernando Mikelarena, Pablo Ibáñez, Carlos Martínez, José Ramón Urtasun y Txema Aranaz. (en nombre del Ateneo Basilio Lacort)
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