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martes, 18 de octubre de 2016

ALTSASU, EL FIN DE ETA Y EL EMPATE A NADA ENTRE LOS EXTREMOS

Cinco años después del cese definitivo de la actividad de ETA, faltan todavía elementos para situar con precisión en qué momento de la construcción de una convivencia normalizada nos encontramos. El estúpido incidente de este fin de semana en Altsasu, una penosa escenificación de vuelta a un pasado de confrontación bipolar que muchos parecen añorar, confirma con meridiana claridad que mientras que  un clima de distensión facilita la evolución colectiva de las ideas en sentido progresista, la tensión nos retrotrae a escenarios de maniqueísmo y reacciones extremas, el mejor caldo de cultivo para la ofensiva discursiva del pensamiento único simplificador, propio de sociedades atávicas. Como acertadamente ha recordado un diputado navarro en el Congreso, el cambio en nuestra comunidad no hubiese sido posible en una situación de violencia activa.

El marco post-ETA, en el que de una forma más o menos definida ya nos encontramos, no cumple de ninguna manera las expectativas de ninguno de los dos polos del conflicto. Para nada se asemeja a lo que los defensores de las posiciones más extremas de la beligerancia soñaron.

Telesforo Monzón, que puso en labios de Pantxo eta Peio la vinculación entre el sacrificio del capitán Saseta y el de Eustakio Mendizabal “Txikia”, tendría hoy que admitir si viviese que la sociedad no ha legitimado su empeño en presentar a los que él llamaba “gudaris de hoy” como continuadores de la resistencia de los que combatieron la sublevación fascista de 1936. Los presos que a duras penas van saliendo, son recibidos por su entorno social e ideológico más inmediato, no en loor de multitudes. Tampoco son los apestados que muchos quisieran ver, pero de ninguna manera héroes comúnmente reconocidos. El balance de ETA es desolador. En lo humano, evidentemente. Y también en lo político, en términos de avance hacia sus aspiraciones finales, de conciencia nacional y de la cohesión territorial de Euskal Herria.

También es evidente la frustración política del otro extremo de la beligerancia. La constelación de lo que fue el Foro Ermua, alimentada por la inaceptable persecución física a la que ETA le sometió, quiso extender su afán, en el que estuvieron implicados buena parte de los partidos estatales de mayor relevancia, hacia el desalojo del nacionalismo vasco de las instituciones, objetivo justificado en el presunto aprovechamiento que este hacía de la actividad de ETA. Del fracaso del intento del frente Mayor Oreja-Redondo Terreros-Savater en 2001 nació la Ley de Partidos, que sin el menor rigor jurídico, mediante la amputación efectiva de parte del censo electoral, consiguió en 2009 su principal objetivo, la lehendakaritza. El PSE, presunto principal beneficiario, ha sido el más perjudicado a la larga por aquel movimiento, visto desde la perspectiva de hoy. En las recientes elecciones autonómicas de septiembre de 2016, el PP no consiguió ni un solo voto en Lizartza, localidad que convirtieron durante cuatro años en estandarte de la revancha política en Euskadi. ETA ha sido derrotada, pero no se ha desencadenado por eso el efecto en cadena con el que soñaron. El nacionalismo continúa siendo hegemónico, la izquierda abertzale no está aislada socialmente, mientras que Regina Otaola, la artificial exalcaldesa de Lizartza, María San Gil, Edurne Uriarte o Jon Juaristi, ya sin necesidad de guardaespaldas, se tienen que dedicar a la política en Madrid, porque en la CAV no podrían soportar su irrelevancia, y Gotzone Mora, forzada a volver a la UPV tras perder el PP la Generalitat Valenciana en la que le habían colocado, lleva peor que mal tener que dar clases en Leioa hasta su cercana jubilación.

175 años después de ser asesinado por orden de Espartero, el legado de José Antonio Muñagorri conserva toda su actualidad. Pacifista, fuerista, un abertzale de su época en definitiva, el escribano de Berastegi hubiese tenido que cambiar muy pocas de sus palabras para solicitar el fin de ETA si hubiese vivido en nuestra generación. El todo o nada suele ser nada, y a veces, la involución, que es todavía peor.

Praxku

2 comentarios:

  1. (I)
    Empezamos mal la reflexión porque no estamos a 5 años SÓLO de construir una PAZ que no un desierto (como solían hacer los romanos), que es donde creo que estamos en el ahora mismo -en un desierto con algunos oasis que nos enturbian la visión-, sino a 38 años. Porque también hay tensión, agresión, inhumanidad, humillación, abuso y mucho desprecio sobre ese otro gran terrorismo padecido y que sigue impune, no desarmado, sin pedir perdón, sin reconocer nada, en total impunidad y lo que es peor, gobernándonos. Hablo del terrorismo nazional católico: los que ganaron “la guerra”, en palabras del actual ministro de Interior en funciones.

    Quienes se empeñan –cosa siempre loable- en conseguir socialmente una reconciliación sobre lo acontecido estos últimos 50 años –ETA/Estado- olvidan que todavía no se ha conseguido eso mismo que se pretende ahora con lo sucedido hace 80 años. Y que los actores, definámoslos así, porque obviamente el paso del tiempo va parejo al paso de actores que van muriendo y desapareciendo del escenario, que intervinieron en uno lo hicieron en el otro personalmente o manteniendo vivas las ideologías y creencias que cada cual sostuvo.

    El Estado, recordémoslo, siempre en manos de la misma ideología terrorista nazional católica, no ha tratado/trata peor ni con mayor desdén lo de ETA que lo de la República, sino igual, es decir, de una forma que entorpece la reconciliación.

    El Estado ha elevado a los altares a las víctimas de ETA como elevó a los “caídos por la patria” y ha elevado a Glorioso Movimiento Nazional a los de la lucha anti ETA , en la misma medida que ha despreciado y convertido en seres sin alma a los combatientes de ETA como lo hizo con los de la República, los anarquistas, los maquis…..; y se ha ensañado con las víctimas del terror contraterrorista y en general con toda víctima causada por el Poder Coercitivo del Estado al margen de posicionamientos políticos o pertenencia a los nacionalismo periféricos, como lo hizo con las víctimas republicanas: todavía en cunetas

    Quienes piensan conseguir una reconciliación sobre lo acontecido con ETA no son capaces de explicar por qué no se ha conseguido esa misma reconciliación sobre lo acontecido con la República. Tendrían que reconocer que hay una gran parte de la sociedad española, que tiene también su peso específico en el ámbito vasco, que cegada por la fuerza incontestable que el Estado les brinda, porque el Estado es afín ideológico de ellos, que cegada por la impostura de creerse que poseer mayoría demográfica les confiere mayoría democrática, se niegan a reconocer ante sus víctimas, los vencidos, ante los que son minoría demográfica y ante los que tienen otra idea e ideología sobre cómo debe ser España, su violencia y su impunidad larvada.

    Dentro de la sociedad española, los llamados nacionalismos periféricos, la izquierda española emergente y sectores centristas y derechistas –pocos- con sentido común y fuertes convicciones democráticas, ya han iniciado y disfrutan y viven en esa y de esa convivencia que se menciona en el escrito al que contesto. Falta los de siempre: los que nunca estuvieron por la reconciliación por lo hecho a la República y los que no quieren estar en la reconciliación del conflicto ETA-Estado.

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  2. (II)
    ¿Y por qué faltan?

    Faltan por el desacierto de haber dado por cierto que: “el cambio en nuestra comunidad no hubiese sido posible en una situación de violencia activa”

    Porque casi todos los que ahora forman “el cambio” voluntariamente se plegaron si no activamente si pasivamente a una violencia y en contra de otra: a favor de la del Estado y contra la de ETA….. En vez de tomar una posición propia y firme contra toda violencia y en especial contra la del Estado. Porque los que tenemos cierta edad sabemos que ETA jamás pensó en derrotar al Estado sino en dejar la violencia a nada que el Estado abandonada su papel de defensor de los principios del Gloriosos Movimiento Nazional por los de árbitro de unos principios básicos democráticos para todos. Tras Lizarra-Garazi: ETA se compromete a respetar un referendúm donde el NO a la independencia sería acatado. Eso jamás hizo el Estado porque el Estado era inderrotable militarmente y además demográficamente superior pese a que sus postulados no lo eran en EH incluyendo a Navarra.

    Como buen conocedor del sentir abertzale, discrepo sobre que los sueños perseguidos se han quedado en un amargo fracaso. Yo no cambiaría el ahora mismo por el ayer porque los sueños son hoy más reales que lo que nunca lo fueron. Y repito, desde Lizarra-Garazi, todo sabemos contar votos y sabemos la fuerza que cada sueño cuenta. Las autonomías que tenemos son también sueños defraudados pese a que esos mismo que hablan del fracaso de los objetivos de la IA se empeñan es hacerse los suecos porque gestionar dineros les compensa, al parecer.

    Pero otra cosa es la perversa corrupción y represión que se sigue ejerciendo sobre el entorno abertzale que si bien no es distinta de la que se ejercen sobre cualquier colectivo en España contrario a las políticas corrompidas del gobierno del PP, son las que si minan y desmoralizan e inquietan hasta provocar actos de ira y violencia. Y es ahí donde esos que se presentan como constructores de la paz y la convivencia, más deben incidir y poner todo el peso de su hacer, y no repetir los errores del pasado condenando a ETA y callando ante los crímenes del Estado. Esos mismos que ahora reconocen se cometieron crímenes de Estado pero que cuando se cometían nunca importaron para estar siempre al lado del Estado y…”contra el terrorismo”. El cinismo y la hipocresía de Gesto por la Paz, un ejemplo, es eso que se hizo por muchos que ahora también quieren liderar este camino de la reconciliación montados en cinismo e hipocresía que les lleva a vislumbrar que todo iría de perlas si no fuera por los extremos. No hay extremos, hay un extremo y su poder también lo es: el Estado… Basta con reconocer las múltiples trabas que el Estado pone a todo lo que es voluntad del pueblo vasco y nada tiene que ver con la violencia. El Estado es el enemigo de todos: sean españoles o vascos, porque el Estado es hoy en día y lo ha sido estos últimos 80 años, el defensor de los principios del Gloriosos Movimiento Nazional y to lo que se oponga a esos principios, sea ETA, violento, pacifico, gobierno del cambio, catalunya o PODEMOS…. serán desterrados de legitimidad y tratados como se ha tratado a la República, es decir, como a la mismísima ETA.

    No podemos seguir negando la realidad: el Estado, sus estamentos y su gobierno, es CORRUPTO y defensor de una determinada ideología que ha sido terrorista e impune hasta la desesperación. Pretender que bastaría para conseguir la Paz y la Convivencia que la IA se apacigüe es tan falso como culpar a los republicanos del desprecio que desde el Estado se vierte contra la República y contra las víctimas republicanas. Quienes han sido los responsables de la no reconciliación, de la humillación y la inhumanidad acaecida con todo lo de la República son los mismos que hacen imposible la construcción de la Paz tras el cese de ETA. Y NADIE MAS

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