Bueno, la aún escasa revitalización económica junto con la reforma fiscal aprobada hace un año van a permitir que para 2017 se presente un presupuesto casi 200 millones de euros superior al de este año, el 5% de subida. Una cifra que aún será superior para 2018, toda vez que la capacidad recaudatoria de la reforma fiscal solo será operativa del todo a partir de 2017 y que los vaticinios económicos hablan de un 2017 similar a 2016, con tasas de paro en Navarra incluso por debajo del 10%, algo que no se da desde hace ya más de 7 años. Un escenario que, lejos de servir para discurso triunfal de ninguna clase, está a años luz del panorama que no hace ni un año auguraron UPN, PPN, PSN, Cámara de Comercio y CEN, especialmente tremendistas cuando de analizar la reforma fiscal se trató: castigo brutal, huirán más del 60 por ciento de las empresas, los navarros sacarán fuera su dinero, las empresas extrajeras se irán o no vendrán. Todo eran dramas, catástrofes, injusticias tan indignas comparativamente que íbamos a ser los ciudadanos peor tratados fiscalmente de España y, por hacer un cuadro final, un modo como otra cualquiera de empobrecer la comunidad lenta pero inexorablemente para luego así poder echarnos a los brazos de la rica y poderosa Comunidad Autónoma Vasca como quien tras todo el día a pleno sol se abalanza sobre un vaso de agua fresca. Pues -por ahora- 183 millones más de presupuesto, la inmensa mayoría de ellos para incrementar la inversión en Salud, Educación y Políticas Sociales. Es la tozuda realidad, la verdadera, la que más debería preocuparnos a los navarros, el cómo recaudar justamente el mayor dinero posible para poder distribuirlo lo más adecuadamente posible entre las prioridades principales: mejor sanidad pública, mejor educación pública y mayores coberturas sociales. Por ahora, el apocalipsis tendrá que esperar. Al menos por esta vía.
Jorge Nagore, en Diario de Noticias
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