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jueves, 22 de diciembre de 2016

INDIGNAS MENTIRAS

Es muy grave que un Ministro del Interior, por muy del PP que sea, por muy acostumbrado que esté su cerebro a las medias verdades -cuando no a las más indignas mentiras- tras más de 15 años ostentando puestos de responsabilidad política -dos veces delegado del Gobierno, alcalde de Sevilla, diputado, concejal, etc- y por muy habituados que estemos a que el barro político sea de un nivel ínfimo de Punta Umbría a Port Bou, mienta descaradamente como ayer lo hizo Zoido a pregunta del ínclito Carlos Salvador, el personaje más dantesco que hemos enviado con nuestros votos desde aquí hacia el Congreso de Madrid en toda la historia de la democracia. Que un cargo de la importancia de un ministro, que ya no forma parte de un partido o al menos se debe a ese partido y sus votantes mucho menos que a su cargo y que se debe a absolutamente todos los ciudadanos le gusten unos más que otros y algunos nada, sea capaz de acusar a nada menos que un gobierno autonómico de no haber hecho algo que sí ha hecho -condenar las agresiones a los dos guardias civiles y sus parejas en Alsasua, algo que compartimos cientos de miles de navarros- es de una gravedad supina, por mucho que al ministro no le guste el gobierno de Navarra, que está en su derecho. Pero mentir, flagrantemente, en el Congreso, en público, y con algo tan serio, es sencillamente repugnante y, lo que es peor, no augura nada bueno -tampoco era de esperar, aunque siempre se alumbra inocentemente esa ilusión- en comparación con el iluminado anterior. Es como si no sé muy bien por qué clase de maldición astral todos los ministros del Interior fuese ineludiblemente necesario que poseyesen un arsenal de tópicos de tertuliano barato y de conocimiento de esta tierra al alcance de quien nos ha dedicado como mucho 15 minutos en la Wikipedia. Acaba doliendo tanto menosprecio a una tierra y a la verdad, amén de ser profundamente injusto. 
Jorge Nagore, en Diario de Noticias

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