Quién iba a pensar que la caverna mediática madrileña terminaría apoyando a un grupo de manifestantes embozados que acorralan y zarandean el coche de un concejal. Recuerden que, hace no tanto, la ya expresidenta del PP en la capital del Estado calificó de
«imitadores del matonismo de los seguidores de ETA en el País Vasco» a quienes protagonizaban escraches contra los desahucios. Esos eran otros tiempos. Los buenos tiempos para la derecha española. Desde luego, una época bien distinta a la de ayer por la mañana, cuando decenas de policías municipales, anteriormente adscritos a la unidad de antidisturbios, persiguieron al concejal delegado de Seguridad, Javier Barbero, y al director general de la Policía Municipal, Andrés Serrano. Decían defender puestos de trabajo que jamás han estado en cuestión. Sus gritos de
«rojos de mierda» o
«perroflautas» y las rojigualdas que enarbolaban dejan claro que el objetivo de la protesta era bastante distinto. El policial se convierte en un flanco más del continuo asedio al que la derecha española está sometiendo al Consistorio que lidera Manuela Carmena.
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Alberto Pradilla, en GARA