"No hay una guerra entre lenguas. La enseñanza de varias lenguas siempre suma”. Estas palabras pronunciadas el jueves por Josu Repáraz (presidente de la Federación Navarra de Ikastolas-Nafarroako Ikastolen Elkartea) me estuvo retumbando mucho tiempo en la cabeza. En tiempos en los que los adultos ponemos barreras, murallas y reparos a todo lo que nos suena diferente, te reconcilia con el mundo escuchar cosas así. No acabo de entender (puede ser que sea obtuso, uno de los peores insultos que se puede decir a una persona) a aquellos a los que el miedo se les apodera y les invade como si se tratara de sarna. Por que el miedo no es al idioma en sí, ni tan siquiera a la formación de los hijos, el miedo es al cambio, a lo diferente y no les importa si alguien puede hablar tres idiomas en lugar de uno. Hay que estar en un recreo y ver cómo se relacionan los niños de 2, 3 y 4 años para darse cuenta que al que es diferente lo absorben, pero no para apropiarse de él sino para incorporar su vida, sus canciones, sus juegos y los motivos de su risa. A partir de esas edades la discriminación a la que sometemos a nuestros compañeros es porque la sociedad o las familias nos la imponen. Por eso me llama la atención esa especie de tsunami que ha llegado a Tudela (una ciudad, por otra parte, muy dada a maremotos patrios), y que ha coincidido, ¡por fin!, con el aterrizaje de la enseñanza pública en euskera. (klik egin-ver más)
F.Pérez-Nievas, en Diario de Noticias, edición Ribera
La guerra es la que es: aquella que se inició en 1936 y todavía dura y sigue abierta porque como muy bien dijera ese patético y siniestro ex ministro de Interior–si es que ha habido alguno que no lo fuera- e hijo de un terrorista nazional católico impune: “la guerra la ganamos nosotros”… Si, la ganaron ellos, los terroristas del nazional catolicismo. Por tanto lógico es que la guerra continúe viva porque no hay democracia que pueda fructificar en manos de tales gañanes.
ResponderEliminarY en Navarra desde 1936 ha sido un estado de guerra permanente la implantación y mantenimiento de esa invención anti natural llamada “navarrismo”, que es tanto como decir: el predicamento de lo anti navarro.
Mientras algo tan navarro como Olentzero es arrinconado contra la frontera francesa, como si tras esa política y bélica línea no siguiera estando Navarra, el canto de la jota, nacida en Valencia y criada en Aragón, se convierte en Navarra en “navarrisimo” pese a que en buena parte de Navarra ni se canta ni na de na. Suele acontecer que lo realmente navarro y distintivo por su carácter de vasco es sistemáticamente acotado, arrinconado, aislado de la denominación “navarra” mientras que todo aquello venido del Ebro p’a bajo y que echa raíces parciales se convierte en absolutamente navarro al 100%. Otro claro ejemplo es la “universidad de Navarra” que siendo la universidad privada de una secta religiosa católica y para muchos, perniciosa, nacida entre los fascismo de Mussolini y Franco, ha sido impuesta como algo “navarro” 100%. Es como si hiciéramos con “el corte inglés” algo similar por el simple hecho de establecerse en Navarra: la única universidad navarra de Navarra es la UPNA y afirmar tal realidad resultaría hoy toda una hazaña..
No estaría mal que se “zonificara” la jota “navarra” como se hace con la lengua nabarrorum, que siendo 100% navarra es maltratada como una bastarda, como algo no deseado e incómodo. En tal caso apreciarían muchos lo que parece les cuesta ver cuando se hace con la lengua de los navarros, el euskera, sin que sufran por ello. Verían la estupidez que es zonificar -¿y por qué no se ha zonificado Gipuzkoa, Bizkaia o Araba habiendo los mismos motivos y argumentos que para con Nafarroa?- y sobre todo quedaría patente la analogía existente entre las obsesiones ideológicas del terrorismo nazional católico respecto del euskera y la zonificación lingüística.
Si zonificáramos la jota, hasta Tafalla zona jotera, de Tafalla a Iruñea zona mixta y de Iruña a la montaña zona no jotera, cometeríamos la estupidez de impedir que un ciudadano de Atlsasu, Isaba o Elizondo deseoso de cantar jotas no lo podrían hacer. ¿Quiénes son los que IMPONEN?. Pues esa misma estupidez y no menos taimada pretensión es la que hoy está vigente lingüísticamente mediante la nazional católica zonificación, o lo que es lo mismo, imposición del idioma que se está obligado a aprender y cual no según el imperativo ideológico-político bajo el que vivimos actualmente y durante los últimos 80 años ya.
Libertad sería que cada cual eligiera el idioma que desea aprender y hablar de adulto. Pero no hay esa libertad para no aprender castellano, por ejemplo. Así que si asumimos el criterio certero de que los navarros que están bajo administración política del Estado español deben aprender el idioma castellano si o si, sin que ello sea tomado como una imposición, aprender euskera debe ser tomado de la misma forma. Porque ahí donde hay dos lenguas, se hablan dos lenguas, la única forma de paz social y no discriminación de ningún tipo es conseguir que la sociedad, la ciudadanía, sea preparada desde la infancia y la escuela en el dominio perfecto de las dos lenguas, es decir, el bilingüismo. Todo lo demás, por mucho que se le llame “libertad” sólo será contribuir a la no normalización lingüística y social de los navarros. Unos navarros que permaneceremos enfrentados porque unos sabremos euskera y lo querremos hablar mientras que otros lo desconocen y por tanto, están siempre impidiendo que los navarros que dominan y conocen la lengua nabarrorum puedan hacerlo.