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lunes, 6 de marzo de 2017

¿DEMOCRACIA? EN TODO CASO, DEMOCRACIA TOTALITARIA

La teoría convencional que establece que la transición española sirvió para restablecer la democracia y las libertades encubre la realidad de un sistema autoritario, en el que no sólo se proscribe cualquier  forma de democracia participativa, sino que se limitan considerablemente derechos fundamentales de la ciudadanía y de las instituciones. Este fin de semana nos ha proporcionado tres claros evidencias de esa voluntad.

La delegada del Gobierno en Navarra, a la vez que realiza un juicio de intenciones sobre la probable derogación en el Parlamento Foral de la Ley de Símbolos, iniciativa que no persigue otro fin que impedir que los ayuntamientos que decidan la colocación de la ikurriña u otras banderas con las que se sienta identfiicada una parte significativa de la población sean represaliados, ya nos adelanta que la ikurriña no podrá colocarse legalmente en Navarra. La prohibición parece sumamente difícil una vez se consume la derogación, pero que nadie ponga en duda que apurarán, más allá de lo imaginable, todos los recursos de "ingeniería jurídica", expresión empleada sin ningún rubor, por el anterior ministro de Interior.

El Gobierno central ha anulado la desanexión de Itsaso, que tras un proceso avalado en referéndum por los vecinos y por la Diputación de Gipuzkoa, había decidido separarse de Ezkio y recuperar su condición histórica de municipio, poniendo fin así a una fusión impuesta por el franquismo en 1964, a espaldas de los vecinos. El pretexto, una ley estatal muy posterior a la quiebra del derecho de los habitantes de Itsaso.

Prácticamente a la vez se ha recibido la prohibición del ejecutivo del PP de realizar una consulta en Donostia, no para admitir o no corridas de toros en la ciudad, sino para la cesión de instalaciones municipales para las mismas. La protección de un espectáculo de maltrato animal que ellos llaman "bien cultural" prevalece, por imperativo ideológico, por encima de la madurez y de la autonomía de la ciudadanía, que con 10.000 firmas había avalado una consulta de carácter municipal.

Si afirmar que todavía no nos hemos desprendido del franquismo sería probablemente un exceso, sostener que vivimos en una democracia sin adjetivos no resulta menos simplificador. El papel preponderante que los últimos gestores de la dictadura tuvieron en la transición condicionaron de tal manera el proceso posterior que continuamos sujetos a un modelo totalitario y prevaricador que genera constantemente situaciones de indefensión ciudadana sin canales institucionales para impedir atropellos antidemocráticos del más rancio sabor neofranquista.

Praxku








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