Esta es una historia real. Y muy reciente. Emite un fulgor perverso. Le pasó a un tipo de aquí. Un joven navarro. Hace nada. Apenas un par de meses. Un joven de 32 años. Estaba en México. Se llama Leandro Pérez. Es de Pamplona. Estudió arquitectura. Se fue a México porque no encontraba trabajo. Quiso pasar a los EEUU. Estaba estudiando un máster. Un joven brillante. Quiso cruzar la frontera. Cuidado con los EEUU. Le metieron directamente al calabozo. Solo porque intentó pasar normalmente. Con su pasaporte. Un calabozo especial. Con el aire acondicionado al máximo. Y la luz encendida las 24 horas. Le llaman el frigorífico. 30 personas en 20 metros cuadrados. El funcionario tecleó su nombre y vio algo en la pantalla. Le ordenó pasar a una habitación. Le encadenaron. El único motivo es que había estado en Siria. Los tres días en el frigorífico no fueron suficientes. Le pusieron un mono naranja y lo trasladaron esposado a una cárcel. Cuando acabó la carrera viajó a Siria con su familia. Sus padres son profesores jubilados. Leandro quería conocer las ruinas de Palmira. Las ruinas romanas de Palmira son una maravilla. Son patrimonio de la humanidad o algo así. Hicieron ese viaje hace seis años. Eso bastó para que los gringos lo encarcelaran. ¿Qué les pasa a los gringos? Lo tuvieron 40 días encarcelado. Lo humillaron. Le sometieron a tratos vejatorios. Una celda compartida con tres más. ¿Te imaginas lo que hubiera dicho el portavoz del gobierno si esto hubiera ocurrido en Venezuela? Luego lo soltaron sin ninguna explicación. Nadie le ha pedido disculpas. Pero le han impedido la entrada en EEUU durante los próximos cinco años. Bonito mundo feliz el que se avecina. Esto no podría pasar en un país europeo, ¿no? ¿O sí? Con los refugiados está pasando algo parecido, creo. Todos sospechosos. Por lo que sea. Ni siquiera hace falta un motivo para convertirse en sospechoso hoy en día.
F.L.Chivite, en Diario de Noticias
episodios como este, más y peores, los tenemos por aquí realizados bajo esa gran falacia llamada "lucha antiterrorista". Episodios de los que nunca hablan los que acusan a la sociedad vasca de "mirar para otro lado" Porque los que siempre han mirado para otro lado y además se niegan a dejar de hacerlo son los que acusan a la sociedad vasca de "mirar para otro lado"
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