Pero no de las furgonetas, ni de las bombonas de butano, ni de los cuchillos de cocina. Ni siquiera tengo miedo de cosas mucho más peligrosas y que es mucho más probable que me maten, como los accidentes de tráfico o las negligencias hospitalarias.
No tengo miedo de los desesperados y los fanáticos, sino de quienes los abocan a la desesperación y el fanatismo. Y no me refiero a los imanes radicales, sino a la Organización Terrorista del Atlántico Norte y a los gobiernos criminales de Estados Unidos, Arabia Saudí e Israel, así como a sus cómplices y lacayos, entre los que ocupa un lugar destacado el Gobierno español.
No tengo miedo del mal llamado “terrorismo islámico”, sino del nunca nombrado terrorismo judeocristiano.
No tengo miedo de las bombas caseras, sino de las bombas inteligentes.
No tengo miedo del terrorismo sin medios, sino de los medios que llaman terrorismo a la guerra de los pobres y guerra al terrorismo de los ricos.
No tengo miedo del miedo, sino de los políticos y los obispos que lo fomentan, lo gestionan y lo rentabilizan.
Mis más sentidas condolencias a las víctimas de los absurdos y crueles atentados de Barcelona, así como a los familiares de los jóvenes absurda y cruelmente inmolados, junto con mi ferviente deseo de que comprendan, unos y otros, quiénes son los responsables últimos de su tragedia.
Y ruego que me disculpen, unos y otros, por no ir a la manifestación del sábado 26. La CUP dice que no irá si la encabeza el rey, y me parece bien; pero me parecería mejor que dijera que no va porque no es una manifestación contra el verdadero terrorismo.
Carlo Frabetti, en Insurgente
Efectivamente: el terrorismo antiterrorista es el terrorismo que nos gobierna y causa de buena parte de los males del mundo, que son los mismos males atávicos de siempre. Y sí, yo también tengo miedo. Miedo espeso, que se podía cortar, sentí ayer en Buñuel, cuando como en Barcelona nos manifestábamos contra el terrorismo, el terrorismo nazional católico, que lleva sometiendo a la población ribera 81 años ya. Porque miedo daba ver que nos miraban detrás de las cortinas de sus casas cerradas a cal y canto. Miedo estremecedor provoca ver gente que hace tales cosas. El miedo te invade al saber que no se atreven a salir y formar parte de la protesta porque tienen miedo de que les vean, de que les señalen, de que queden marcados como los 52 asesinados de aquel verano en el que el Glorioso Movimiento Nazional –hoy UPN- salió a matar a sus vecinos y todavía siguen impunes gracias a buena parte de los que ayer estaban en Barcelona manifestándose contra los que han matado menos, mucho menos, que aquellos que encubren y han dejado que vivan felices y protegidos por una impunidad que menos casual es todo lo demás. Miedo da saber que muchos más de los que estaban encerrados en sus casas no nos querían ni ver ni oír, porque siguen convencidos de que lo que se hizo, bien hecho estuvo: la victoria ideológica del terrorismo sigue vigente… El miedo recorrió mi mente al constatar que nuestros políticos “del cambio” prefirieron ir donde no hacía falta ir, porque ya estaban muchos, que acudir donde… ¡hace tanta falta ir!. Porque están más preocupados por sus patéticas carreras públicas que por cumplir con su trabajo político de cambio: rescatar la dignidad y libertad de aquellos a los que se las arrebataron y no saben cómo volver a tenerlas. Miedo da ver a quienes dicen querer liderar el cambio, manifestarse junto a Rajoy y la monarquía, mientras los monárquicos y los de Rajoy, siguen boicoteando la memoria de las víctimas del terror nazional católico; siguen permitiendo la constante humillación de las víctimas: brazo fascista en alto, una vieja en la puerta de la iglesia, donde altanera se alza una cruz fascista en recuerdo de los terroristas del 36 tratados de héroes y víctimas, nos grita “VIVA ESPAÑA, VIVAN LAS CASAS BARATAS”… La tipa sigue sin enterarse que fue la República quien inició la construcción de las llamadas “casas baratas” que se han atribuido al “buenísimo” franquismo. Y la tipa sigue sin enterarse que no es española, por mucho que se envuelva en gritos rojigualdos: España es lo que matarón… Es simplemente una fascista, es el ejemplo atroz y zafio del fascismo todavía imperante y del que jamás nos libraremos si anteponemos ir a Barcelona antes que a Buñuel. Por eso ayer en Buñuel gritamos con fuerza y alegría: MAÑANA BUÑUEL SERA REPUBLICANA……..Gritando esto, el miedo desaparece
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