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jueves, 1 de febrero de 2018

Y AHORA, ELIMINAR EL AUTOGOBIERNO FORAL

El Grupo Socialista en el Parlamento de Andalucía ha registrado una iniciativa en la Cámara andaluza en la que arremete contra los regímenes forales, exige acabar con lo que llama “opacidad” de la aportación de Navarra a las cargas generales del Estado y plantea acabar con el reconocimiento constitucional -también avalado por el entramado jurídico-político de la Unión Europea- de los derechos históricos de los territorios de Navarra y la CAV para vincular los sistemas de autogobierno de ambas comunidades con el régimen común. Un compendio de los tópicos falsos de las posiciones más centralistas y jacobinas. Una vez más, la pugna política entre los partidos del centralismo español se libra dando patadas a la legitimidad de los derechos históricos del autogobierno foral y dejando en una pésima situación política al PSN y a María Chivite, obligados a replicar ahora a sus compañeros andaluces y a defender los intereses generales de Navarra. El planteamiento del PSOE de Andalucía, posiblemente enmarcado en la pugna interna contra Pedro Sánchez que tiene como una de sus personas de confianza al navarro Santos Cerdán, sonroja por su bajo nivel de conocimiento político de la realidad institucional e histórica de Navarra y por la desfachatez de su planteamiento cuando forma parte de un partido, el PSOE, que ha tenido durante casi 20 años responsabilidades de Gobierno en el Estado y ha negociado la renovación del Convenio Económico entre Navarra y el Estado. La posición de los socialistas andaluces no es nueva -históricos dirigentes como Bono o Rodríguez Ibarra han liderado las posiciones más beligerantes contra el régimen foral-, pero la realidad es que cada vez son más y más agresivos los ataques en el Estado al autogobierno y a la capacidad fiscal propia de Navarra. Es cierto que el actual modelo de Estado arrastra dos problemas profundos: el fracaso del café para todos como fórmula de organización territorial para tratar de diluir sus realidades plurinacionales, y la insostenibilidad económica y financiera de un ese modelo autonómico, que ha generado núcleos de poder donde campan el caciquismo, el despilfarro, el enchufismo y la corrupción. El debate interesado de la confrontación territorial no es solo el de una falsa igualdad, sino también otro: impulsar un proceso de involución política contra el modelo plurinacional de vertebración del Estado con el anhelo indisimulado de regresar al centralismo caciquil y antidemocrático controlado y sumiso a las consignas e intereses de Madrid.
Editorial del Diario de Noticias

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