En una céntrica cafetería neoyorquina un hombre exige iracundo al encargado del local que una de sus trabajadoras deje de hablar en castellano con unas clientas. “Deberían hacerlo en inglés, ¡esto es América!”, grita sin miedo al móvil que le está grabando. Energúmeno, racista, xenófobo son algunos de los calificativos que le han regalado comentaristas y tertulianos españoles. Curiosamente, la noticia aparecía también destacada en la edición digital del Diario de Navarra, principal vocero de la manifestación convocada contra la política lingüística del Gobierno de Uxue Barkos. Los mismos que a los euskaldunes navarros nos gritan que hablemos en castellano. Durante todos los años de UPN no se nos ha exigido otra cosa. De forma consciente y sistemática, se nos ha impedido utilizar nuestra lengua en ningún punto de la Administración o la atención sanitaria, ni tan siquiera en los servicios más sensibles de cara a la ciudadanía. Soplan otros vientos y es ahora cuando se quejan. ¿Discriminación por razones lingüísticas? Claro que sí. Conozco casos flagrantes del 2015 hasta ahora. Como cuando se seguía puntuando el francés o el alemán para entrar en la Administración navarra. O cuando IU hizo posible que se aprobara una proposición del PSN con el único y confeso objeto de impedir que maestros euskaldunes pudieran presentarse a plazas en castellano. Eso sí es discriminación, no las naturales desventajas, por otra parte escasas y puntuales, provocadas por el hecho de saber sólo uno de los dos idiomas en los que se desenvuelve una sociedad. Nadie se siente marginado por no poderse presentar a las oposiciones a bombero al carecer de carnet de conducir de clase C. La manifestación del día 2 es la de quienes pretenden perpetuar una situación injusta. No buscan ni la convivencia ni el respeto ni la igualdad. El único derecho que reclaman es el de no vernos, no oírnos, no sentirnos.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
Además, todos estos antinavarros, defienden, a sabiendas o a ignorancias, una Navarra artificial inventada por el terrorismo nazional católico mediante una gran matanza allá por 1936. Antes, en 1932, sabotearon la voluntad de los navarros (incluidos los navarros que hoy están dentro de ese apartheid llamado “zona no vascófona” que también votaron “SI” al Estatuto Vasco –Buñuel, por ejemplo y ejemplo de antivasquismo hoy, voto “SI” las dos veces-) Y todos los días omiten recordar y recordarse que el monumento a los Fueros navarros es una declaración de la vasquidad de Navarra que asumían todos los navarros de toda Navarra sin resquicio a duda alguna.
ResponderEliminarEl criminal, impune y franquista Fraga Iribarne, fundador y presidente emérito del hoy PP, decía con esa naturalidad propia de quien sabe lo que dice y que por eso mismo lo dice: “mi apellido Iribarne es por parte de mi madre: navarra, del país vasco francés”…. Magistral afirmación que en pocas palabra describe lo qué es Euskal Herria –ese ente visitable y en el que se puede vivir y que sin embargo resulta incomprensible e invisible para el anti navarrismo UPNiano, que, por el contrario, si cree en lo que nadie ha visto porque nunca existieron: Dios, Cristo, la Virgen María o San Fermín…. Fraga no sólo definió EH, sino que dejó ratificadas dos cosas: primero, que para ser navarro no hace falta ser español, como insisten los UPNianos; segundo, que no se puede ser navarro sin ser vasco… Y he dicho vasco, no nacionalista vasco, que es otra cosa. Ser vasco no significa ser independentista ni votar a Bildu. Ser vasco, somos vascos, de la misma manera que los aragoneses son maños, sin más y sin menos.
Pero desde la invención de esa Navarra a imagen y semejanza del terrorismo nazional católico, lo navarro se convirtió en anti vasco. Así pues cualquier cosa que huela a vasco, o no es de Navarra (por mucho que haya nacido en ella), o se circunscribe a un aparte reducida de Navarra como algo exótico y casi anti natural. Olentzero, por ejemplo, 100% navarro, es considerado por el anti navarrismo como algo ajeno, mientras que la jota navarra, originaria de Valencia, y que sólo tiene arraigo de Tafalla p’a bajo, se llama “jota navarra”, abarcándolo todo, colonizando todo. Y por supuesto, esto no es por casualidad.
Manifestarse el próximo 2 de junio contra el euskera es acreditar anti navarrismo, es escupir sobre la menoría de nuestros antepasados, es ratificar y defender los principios ideológicos de aquellos que se autoproclamaron el Glorioso Movimiento Nacional, pero que sólo fueron el terror nazional católico más grande jamás padecido en los últimos 82 años. Y todavía siguen impunes y los defensores del euskera ninguna culpan tienen de esto. Si los detractores.