Un delantero que marca 23 goles completa una buena temporada. Si además, es el máximo goleador de su equipo, se merece una bota de bronce como la que le regalaron sus compañeros. Si esa cifra le supone ser el máximo goleador del grupo, se gana el título de pichichi. Y si lo es de toda la categoría, el reconocimiento todavía es mayor, sobre todo si se tiene en cuenta que con sus 23 goles ha anotado el 62% de los tantos de su equipo. Es el caso de Imanol del Río, el delantero del Castillo, un equipo que salvó la categoría en la penúltima jornada.
Ser de Miranda y tener 32 años le dan galones de capitán. Llegó a jugar en Tercera. Volvió al equipo del pueblo y asume cuál es su rol. Implicado como el que más, su función es marcar goles y suple con veteranía y calidad el empuje de los más jóvenes. “Es mi octava temporada en el Castillo. Hace tres años acabé la Liga con 12 goles, la temporada pasada con 19 y ésta, con 23. La verdad es que no le encuentro una explicación. Yo me siento bien, disfruto jugando, y cada vez más, porque ya veo que no me queda mucho como futbolista”, comenta Del Río.
Si tiene que elegir un gol, se queda con el que marcó en Falces, porque “fue bonito y, sobre todo, supuso la salvación del equipo, lo que le permite seguir un año más en Preferente”. Hasta esta temporada lo ha entrenado Jorge Felones. Se considera un delantero de área, siempre dispuesto a rematar. “No soy de los que me llevo el balón y regateo a tres... Lo mío es más al primer toque”.
Diario de Noticias
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