El 22 de julio abrió en Zamora la Cárcel Concordataria para sacerdotes, caso único en el mundo. El objetivo era evitar juntarlos con el resto de presos políticos y reprimirlos con igual o mayor saña. No les importó retorcer las bases del Concordato. La Iglesia se plegó al Dictador una vez más. Este año ingresaron en ella 14, hasta alcanzar la cifra de 53 en tres años.
Los sacerdotes, llamados “rojo-separatistas”, fueron presos discriminados de un Concordato que repudiaban, víctimas de la complicidad entre la Dictadura y la Iglesia. Con alguna modificación en 1979 a cuenta de la Constitución, todavía hoy rige ese Concordato del Nacional Catolicismo que Franco selló con el Vaticano en 1951, emulando los de la Alemania nazi y de la Italia fascista. A cambio de privilegios, Franco se aseguró el vasallaje de la Iglesia, reservándose el derecho a designar obispos y Jerarquía. (klik egin-ver más)
Juan Mari Zulaika, expreso de Zamora, miembro de Goldatu
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