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miércoles, 31 de enero de 2018

NUEVA VUELTA DE TUERCA A LA DEUDA DE OLITE/ERRIBERRI

La aprobación inicial de los presupuestos del Ayuntamiento de Olite/Erriberri para este año es un buen momento para tomar el pulso a la salud de las arcas municipales, que se recuperan de la maltrecha situación en la que andan perjudicadas desde hace una década. El consistorio acaba de dar luz, con los votos de Agrupemos y PSN, a un presupuesto de 3,8 millones de euros, 300.000 más que el año pasado, en el que caben, en su grueso, inversiones importantes en alumbrado público de dos barrios.
            No obstante, las mejores impresiones a la larga son las que hablan de que se afianza un saneamiento financiero. En los dos últimos años, la abultada deuda que había se ha reducido 20 puntos, 10 en 2017. A fecha de 1 de enero, el Ayuntamiento tiene todavía hoy una endeudamiento vivo de 4 millones, unos 350.000 € menos que hace un año, que sitúa su nivel a un pelo del 110%, barrera que si se baja permitiría acudir, si fuera necesario, a un préstamo bancario ahora vetado por los números rojos.
            Hasta el año 2016, en lo profundo de la crisis económica, la deuda con las entidades financieras era de 4,8 millones, un 130%, lo que forzó prácticamente una intervención exterior de la cuentas para que regresaran a unos parámetros razonables, de equilibrio de presupuestos, ingresos suficientes y cumplimento de obligaciones que, poco a poco, se han logrado con sacrificios e inteligencia. Parece que lo peor ha pasado.
El Olitense

ANIMALES EN CARNAVAL

Pueblos y ciudades de Euskal Herria están ya inmersos en el carnaval, unos días de celebración a lo grande, de excesos, de transgresión. No han sido pocos los intentos por ponerle límites, pero todos ellos han fracasado.
Ahora parece que el objetivo es el carnaval rural navarro por la utilización de animales muertos. No es la primera vez que me refiero en estas lineas al choque entre la mentalidad urbana y la rural, a esa manía que tenemos de imponer a los demás nuestro punto de vista «progresista» y «cívico».
No hace falta ser muy avezado para comprender que si en las ciudades tenemos todo tipo de ropajes y materiales para preparar nuestros disfraces, los habitantes del entorno rural utilizan aquello que tienen a mano como pieles, esqueletos y cuernos de animal, incluso vísceras para asustar a los espectadores o sangre para embadurnarse las vestiduras.
Es muy comprensible que a la gente que vive en la ciudad le resulten desagradables esas escenas, como la exhibición de zorros y jabalíes muertos. Pero esto último tiene una explicación que muchos desconocen, nos guste o no nos guste. En un entorno rural caracterizado por la lucha entre el humano y el animal salvaje, la caza de estos animales ha sido siempre motivo de tranquilidad para sus habitantes, por eso se enviaba a los niños a los caseríos a enseñar la pieza capturada y, de paso, recibir propina.
De acuerdo que las tradiciones deben adaptarse a los tiempos, como ha sucedido por ejemplo con los gansos de Lekeitio, pero no ataquemos nuestras tradiciones con visiones tan simplistas. Y sobre todo, no tratemos de imponer prohibiciones en carnaval.
Joseba Salbador, en GARA