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viernes, 5 de junio de 2020

EL FRACASO COMO APRENDIZAJE

Todos tenemos miedo al fracaso. Que nos evalúen como no aptos nos hace sentirnos inválidos, débiles y fracasados. Pero aunque lo deseable en la vida es no tener que sufrir, la realidad es que el sufrimiento existe y la labor educativa más importante es la de enseñar a gestionar el propio fracaso. Yo, como educadora y madre, me he suspendido en esta labor demasiadas veces. Nos educaron en la convicción de que la voluntad lo puede todo. Pero a veces, la voluntad no es tan poderosa. No estoy descontenta con mi educación, fue buena en valores y exigencia propia. Pero sí me hizo dura a la hora de ser yo la que marcara las pautas en los demás. Hay que caerse varias veces para aprender a levantarse y ahí es donde debemos estar de asidero y aliento para nuestros hijos y alumnos y que la propia frustración no les incapacite para volver a intentarlo. Un alumno que se esfuerza es el mejor de los alumnos, independientemente de los resultados. He aprendido todos mis defectos, como madre educadora y como persona. He comprendido que un hijo debe poder fracasar para poder llegar a la meta. Que hay que estar ahí aguantando las ganas de tirar la toalla, cuando lo que se persigue es duro de alcanzar. Porque siempre, siempre en la vida, todo gran esfuerzo obtiene su recompensa. Pero aprendamos todos, tanto profesores como padres, a valorar a todo el que persigue su sueño con ahínco.Un agradecimiento especial al profesorado de la Universidad Pública de Navarra que sé que pone todo su esfuerzo y trabajo, al igual que al resto del personal. Es labor de todos.
Elvira Huarte Lizarraga, en Diario de Noticias

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